
La catástrofe del Hindenburg del año 1939 frustró las expectativas de quienes soñaban con viajar en las lujosas estancias de aquellos gigantescos aparatos. Los dirigibles de cuerpo rígido inflados con hidrógeno eran demasiado peligrosos y los grandes zepelines que se fabricaron y sustituyeron este gas por helio, que no es inflamable, tampoco tuvieron ningún éxito como aeronaves de transporte aéreo regular por su elevado coste, difícil maniobrabilidad y limitaciones de velocidad.
Desde 1925 y hasta 2014, la empresa Goodyear ha fabricado un número pequeño de dirigibles de cuerpo elástico para publicitar sus productos en grandes eventos y realizar cortos vuelos turísticos. En 2014 Goodyear sustituyó sus dirigibles por los Zeppelin-NT, dirigibles fabricados en Friedrichshafen junto al lago Constanza por la empresa continuadora del proyecto que inició el conde Zeppelin hace ya más de cien años.
Zeppelin-NT resurgió con los fondos que la antigua empresa Zeppelin entregó al alcalde de Friedrischshafen para que se retomara la actividad de construcción de zepelines cuando las condiciones tecnológicas y económicas lo hicieran posible. La compañía se refundó en 1990 y su primer zepelín lo bautizó la nieta del fundador, en el lago Constanza, en 2000, cuando se cumplía un siglo del vuelo del primer dirigible de cuerpo rígido del conde von Zeppelin. El nuevo dirigible es híbrido, en parte elástico y en parte rígido, con una estructura triangular de fibra de carbono, relativamente pequeño (75 metros de longitud) si se compara con sus ancestros (el Hindenburg medía 245 metros), se rellena con helio y tiene capacidad para transportar 12 pasajeros y dos tripulantes en su cabina. Zeppelin-NT utiliza sus dirigibles sobre todo para efectuar vuelos cortos de demostración y turísticos en Alemania.
Hasta hoy podemos decir que, desde el desastre del Hindenburg en 1939, el rol de los dirigibles se ha limitado a satisfacer la curiosidad de unos pocos turistas, mostrar anuncios y en algunas ocasiones como plataforma de observación o para llevar a cabo experimentos científicos.
El futuro parece querer depararnos algunas sorpresas con respecto a los zepelines como aeronaves de transporte regular de carga y pasaje.
Desde 2008, el emprendedor californiano Rinaldo Brutoco, trabaja con su compañía H2 Clipper Inc. en el desarrollo de un gran dirigible de cuerpo rígido. En primer lugar, hay que señalar que este zepelín se rellenará de hidrógeno, algo que en la actualidad está prohibido en Estados Unidos y Europa. El hidrógeno es más ligero que el helio, con lo que el dirigible mejorará así sus prestaciones, pero H2 Clipper tendrá que convencer a las autoridades aeronáuticas de que la tecnología actual permite manejar un aparato de esas características con absoluta seguridad. Quizá no sea tan difícil como parece, porque Brutoco plantea al H2 Clipper como la solución ideal para transportar hidrógeno en la sociedad del futuro a los lugares que lo necesiten y no cuenten con un gaseoducto que los abastezca debido a que el consumo aún no lo justifique. Hay que tener en cuenta que el hidrógeno, al ser muy poco denso, para transportarlo, aún en estado líquido, requiere el uso de tanques de gran volumen. Este es uno de los problemas que plantea el empleo de hidrógeno como combustible a bordo de los aviones ya que para almacenar la misma energía que contiene el keroseno que cabe en los depósitos, si se llenan de hidrógeno líquido, sería necesario multiplicar por cuatro el volumen de los mismos. El zepelín de H2 Clipper parece el aparato ideal para transportar hidrógeno en grandes cantidades, desde el lugar donde se produzca hasta el punto de distribución. Con capacidad para cargar 150 toneladas, en bodegas de 7530 metros cúbicos, propulsado por motores eléctricos que emplean la electricidad generada a bordo en pilas de combustible que consumen hidrógeno, este zepelín está diseñado para mover cargas voluminosas en recorridos de 500 a 6000 millas.
Otro proyecto actual de dirigible híbrido, en este caso para prestar servicios de transporte aéreo, es el Airlander 10 de la empresa Hybrid Air Vehicles. Es un zepelín que se llena con helio, de más de 90 metros de longitud, con capacidad para transportar 10 toneladas de carga de pago, mantenerse en el aire durante cinco días, volar a 6100 metros de altura y recorrer hasta 4000 millas. Está previsto que el Airlander 10 entre en servicio en 2026. Algunas empresas ya anuncian lujosos viajes con este zepelín a lugares exóticos. Serán muy costosos, pero da la impresión de que siempre hay gente dispuesta a gastar dinero en extravagancias ociosas, como sobrevolar los polos, el desierto o la Reserva Natural del Masai Mara. Quizá lo más sorprendente no es que el Airlander 10 haya interesado a los organizadores de estos viajes tan exclusivos, sino que la filial de Iberia, Air Nostrum, tenga previsto adquirir 10 unidades para servir rutas de corto recorrido con una configuración de cabina con unos 100 pasajeros, a partir de 2026, lo que no tiene nada que ver con el turismo de lujo. Que los futuros Airlander 10 se ganen o no la confianza de los viajeros en estas rutas dependerá de su capacidad para prestar servicios con regularidad, al margen de los caprichos del viento, si es que su escasa velocidad (120 km/h) puede compensarse con el disfrute de unas hermosas vistas. En cuanto a las ventajas ecológicas que se le atribuyen es difícil entender su procedencia ya que equipará cuatro motores diésel de 242 kw de potencia cada uno, la mitad de la potencia de los que lleva un ATR 72 capaz de transportar casi a los mismos pasajeros, cuatro veces más de prisa. El fabricante sugiere que los futuros dirigibles se propulsarán con motores eléctricos; tendrán que ser mucho más grandes y bastante más caros para acarrear las baterías y ese dirigible eléctrico, si es que se llega a fabricar, no se parecerá en nada al que vuela con keroseno. Traer de nuevo los dirigibles al transporte regular de pasajeros no deja de ser una apuesta arriesgada.