Entre los no demasiados libros de aviación escritos en español, no existe hasta la fecha ninguna biografía de Anthony Fokker, uno de los grandes fabricantes de aviones durante la I Guerra Mundial y los años 1920. Sus aviones ocuparon posiciones de liderazgo en la aeronáutica mundial hasta el inicio de la década de los años 1930, cuando las aeronaves de los constructores estadounidenses tomaron el relevo en los primeros puestos del escalafón tecnológico de la aviación.
Anthony Fokker, además de ser una de las figuras más importantes de las primeras décadas de la aviación, fue un personaje muy singular. Nacido en las Indias Orientales Neerlandesas y criado en Holanda, inició su carrera aeronáutica en Alemania y la desarrolló posteriormente en los Países Bajos y Estados Unidos. Adquirió fama como fabricante de aviones en Alemania, durante la I Guerra Mundial y después se instaló en Holanda donde consiguió el apoyo del Gobierno de los Países Bajos y hasta de Estados Unidos, aunque en menor medida, para impulsar su negocio.
Fokker fabricó el primer avión de caza de la historia de la aviación, el Eindecker, y en realidad podemos considerar que fue el inventor de esta modalidad de aeronave. Gracias al desarrollo de un mecanismo de sincronización de disparos de la ametralladora con el giro de las palas de la hélice, Anthony Fokker hizo posible el nacimiento de los aviones de caza.
Sus aeronaves de alas con perfiles gruesos, en voladizo y con fuselajes de estructura de tubos metálicos, revolucionaron la tecnología aeronáutica.
Sin embargo, Anthony careció siempre de una sólida formación técnica. Sus cualidades de excelente piloto le servirían de mucho en los comienzos de la aviación, cuando nadie disponía de un bagaje de conocimientos teóricos suficiente en el que se pudieran apoyar los diseños de los aviones. Anthony volaba sus aeronaves para comprobar como respondían a los mandos y las perfeccionaba; gracias a su intuición sabía encontrar las modificaciones necesarias para que sus aparatos ejecutaran bien todas las maniobras.
Además de ser un magnífico piloto, tenía una gran visión para los negocios, lo que le permitiría acumular una importante fortuna a lo largo de su vida, aunque jamás fue el dinero el móvil principal de su existencia.
Su temperamento tampoco carecería de singularidades: fue un hombre egocéntrico que necesitaba vivir rodeado de personas y sus relaciones con las mujeres nunca fueron fáciles. Fracasó en sus dos matrimonios.
Dejó unas memorias de su vida, que dictó a un periodista estadounidense, y se publicaron en 1933, después de su fracaso empresarial en Estados Unidos: The Flying Dutchman. El libro, primero se editó en inglés y luego se tradujo al flamenco, con algunas pequeñas modificaciones que introdujo Fokker. En sus memorias, los sucesos aparecen desde una perspectiva excesivamente personal, muchos de ellos significativamente distorsionados por lo que son un relato divertido que no se ajusta del todo a la realidad.
Además de la autobiografía del propio Fokker, hay otros dos libros, en inglés, que relatan su vida.
El mejor documentado es el de Marc Dierikx, Fokker a transatlantic biography.
La otra biografía, Fokker the creative years, de A. R. Weyl, cubre principalmente el periodo de la I Guerra Mundial y describe los aviones de Fokker de esa época con un gran nivel de detalle. El autor no puede evitar que en sus textos predomine la crítica a la figura del fabricante de aviones y se enaltezca la de su mecánico y jefe de diseño: Reinhold Platz. Weyl aporta muchos detalles en su libro, pero no cita las fuentes, al revés que Dierikx que es muy prolijo en especificar el origen de la información que aporta.
La admiración de Weyl por Reinhold Platz es comprensible, pero resulta excesiva. Tanto Fokker como Platz carecían de formación técnica suficiente para continuar al frente del equipo de diseño de un fabricante de aviones de éxito a partir de los años 1930. Ambos eran unos ignorantes en materia de resistencia de materiales y aerodinámica, cuando ya existían túneles de viento en los que se hacían ensayos con aviones a escala. En gran medida, los dos fueron responsables del retraso tecnológico de Fokker que estuvo a punto de hacer que la empresa desapareciese.
Cuando terminé de escribir Ramón Franco el aviador, a partir de un borrador que tenía guardado desde hace ya bastante tiempo, me puse a trabajar en otro libro: Anthony Fokker, disparar a través de las hélices. Si la historia del español me llevó años de trabajo, y una exhaustiva labor de compilación de notas de prensa, no tengo ningún inconveniente en reconocer que en el libro de Fokker no aporto nuevos conocimientos con respecto a su vida. He utilizado como principales fuentes de información del personaje, las tres obras a las que me he referido anteriormente. Con respecto a los aviadores, aeronaves y sucesos relacionados con la I Guerra Mundial, los datos que recojo en esta biografía se pueden encontrar con facilidad en la abundante literatura que existe sobre ese periodo.
Mi intención ha sido escribir un libro sobre la vida de Anthony Fokker y su obra como fabricante de aviones, de fácil lectura y en español. Con ello tan solo pretendo cubrir esa inmensa laguna de la bibliografía aeronáutica, en mi idioma, en la que este extraordinario personaje es un desconocido.
Antes de imprimir el libro, y para poder corregirlo con mayor calma, publicaré en este blog los primeros capítulos que espero susciten el interés de los lectores.
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