Benu, el pájaro egipcio

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Foto: Bettmann/Corbis

Hace muchos años que en el mágico Egipto, donde Louis Amstrong hizo sonar su trompeta, ya no vuelan los pájaros benu. Fueron una clase de garzas de gran tamaño y su papel, en la sociedad egipcia de la época de los faraones, era el de garantizar la resurrección de los difuntos.

Los benu se habían creado a sí mismos: surgieron del estallido del corazón de Osiris o a partir del fuego en el que ardía un árbol en el templo de Ra. Pero hay muchas descripciones del pájaro benu en la mitología egipcia. A veces se presenta como un halcón dorado con cabeza de garza, con el plumaje rojo, dorado, escarlata, azul o rosa; pero, siempre como un pájaro de gran tamaño.

Es posible que el pájaro benu fuera la garza Goliat, que se ha encontrado en las orillas del Mar Rojo. Es una garza que puede medir hasta un metro y medio, se alimenta de peces y pequeños reptiles y anida en estuarios, pantanos y estanques. Vive con su pareja y no suele verse en grupos.

Los antiguos egipcios creían que los dioses tenían que manifestarse en cuerpos de animales: cocodrilos, leones, gatos, toros, serpientes, chacales y multitud de aves. Benu no fue el único pájaro que utilizaron para darle una morada a sus dioses. Ibis, un intermediario entre los dioses y los hombres y el halcón, Horus, que era el símbolo del soberano egipcio (el que vuela más alto), fueron otros ejemplos de animales voladores de su compleja mitología. Representaban a las almas de los hombres, en las que creían, con pájaros con cabeza humana. Ellos inventaron los pájaros con cabeza, antes de que sus descendientes, nosotros, concibiéramos la idea de hombres con la cabeza llena de pájaros.

Hoy, los benu se han perdido en el desierto, como las notas de la trompeta de Luis Amstrong. Pero hay un asteroide, en nuestro Sistema Solar, de unos 500 metros de diámetro que lleva el nombre del antiguo pájaro egipcio.

La NASA ha organizado una misión a Benu (Bennu): una nave espacial partirá de la Tierra en 2016 y tratará de extraer algunas muestras del asteroide, no menos de 60 gramos, para regresar otra vez a nuestro planeta en 2023. El material de Benu aportará información sobre los orígenes de nuestro Sistema Solar y también acerca de los asteroides que siguen órbitas próximas a la de la Tierra y con los que nuestro planeta podría colisionar. Pero, quizá, lo más innovador en este proyecto de la NASA es que ha invitado a cualquier persona para que envíe su nombre, antes del 30 de septiembre a la dirección http://planetary.org/bennu. Después de enviar el nombre es posible descargar e imprimir un certificado de participación en la misión OSIRIS-REX. La NASA grabará los nombres de los participantes en un microchip que acompañará la nave espacial durante toda la misión. De este modo, los nombres de los participantes viajaran por el espacio exterior y la NASA se compromete a informarles del paradero del microchip a través de Facebook y compartir con ellos las noticias más importantes del viaje. Mi certificado es el 313846, así que al parecer en el microchip de la nave ya ha embarcado un número considerable de pasajeros.

 

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