
Después de un complicado trienio, desde 2020 cuando el COVID 19 puso a todas las empresas de aviación del mundo al borde de la quiebra, la organización internacional de líneas aéreas IATA vaticina que 2023 será el año en que la industria del transporte aéreo volverá a generar beneficios. Eurocontrol advierte que el tráfico de este año no retornará a lo que se suele denominar como la nueva normalidad, sino que para eso será necesario esperar a 2024 o 2025.
El repunte de contagios en China y el bloqueo del cielo ruso, obligará a que se mantengan las restricciones de tráfico y de rutas entre el norte de Europa y América y Asia, al menos durante un periodo de tiempo cuyo fin no es fácil de vislumbrar.
La industria también se ha visto afectada por la carencia de personal cualificado, sobre todo pilotos, ya que durante los años de pandemia se produjo un aumento en los retiros y una merma en la generación de nuevos profesionales; es un problema cuya solución puede demorarse una década.
Los accidentes de dos aviones Boeing 737 MAX en 2019 hicieron que la Federal Aviation Administration (FAA) extremase la regulación sobre asuntos relacionados con la seguridad, que afectan al fabricante norteamericano y que han contribuido al retraso de entregas, en 2022, de aeronaves de los modelos 787 y 737 de la clase 7 y 10. Además, la falta de materiales y los problemas de transporte en la cadena de distribución, han contribuido a su vez a que la puesta en servicio de nuevos aviones acumule retrasos que se extenderán durante 2023.
No está previsto que Airbus o Boeing pongan en servicio a lo largo de este año ninguno de sus nuevos aviones, por lo que la atención en lo referente a este capítulo la atrapará el avión chino COMAC C919, nacido para competir con los Boeing 737 y Airbus A320, aunque la actual situación de su país de origen hará que sus primeros vuelos comerciales puedan sufrir algunos retrasos.
Y con respecto a los aviones eléctricos de despegue y aterrizaje vertical (e-VTOL) del pujante mercado UAM (urban air mobility), tampoco se prevé que inicien sus servicios antes de 2024. Los centenares de proyectos de este tipo de aeronaves que hay en todo el mundo nos ofrecerán avances, retrocesos, algún descarrilamiento y quizá noticias de nuevos proyectos. Al menos yo, seguiré esperando al autobús aéreo de cincuenta o sesenta plazas, eléctrico, aterrizaje y despegue vertical, 300 kilómetros por hora de velocidad de crucero y hasta 400 kilómetros de alcance; alguien lo hará porque la tecnología de los UAM sirve igual para este invento.
Todo el mundo espera que las aerolíneas incrementen durante 2023 el uso de los biocombustibles (sutainable aviation fuel, SAF), mezclado con queroseno de origen fósil, aunque la progresión del consumo de estos productos parece a todas luces muy exigüa, para cumplir con los objetivos medioambientales que se ha marcado la industria del transporte aéreo.
Vistas así las cosas del mundo de la aviación para el 2023, resultan poco excitantes, pero ya se encargará la realidad de aportar inesperados acontecimientos que las revitalicen, esperemos que para bien.