Mucha gente piensa que los motores eléctricos sustituirán en el futuro a los térmicos, de gasolina o gasóleo. En el caso de los aviones comerciales esto no va a ser tan fácil. Las grandes aeronaves de fuselaje ancho queman el 57% del queroseno de la aviación comercial, el 37% las de fuselaje estrecho y el 6% los aviones regionales.
El empleo de motores eléctricos para sustituir los de los aviones de fuselaje ancho no es previsible que ocurra en un horizonte de tiempo que pueda vislumbrarse, y para los de fuselaje estrecho y la aviación comercial existen algunos proyectos experimentales de motorización híbrida que, en el plazo de unos diez años, podrían aportar reducciones de consumo de combustible, en trayectos relativamente cortos, de difícil cuantificación. Estos proyectos incorporan un motor eléctrico de ayuda para el despegue y el motor térmico se reserva para el vuelo de crucero; el tamaño y peso del motor térmico se reduce considerablemente y su diseño se optimiza para esta fase del vuelo. La mejora de la eficiencia del motor térmico y la reducción de su peso compensa la penalización que supone llevar a bordo un motor eléctrico y su batería de ayuda al despegue, siempre y cuando la duración del vuelo no exceda un tiempo determinado. Estos nuevos desarrollos no empezarán a comercializarse hasta la tercera década del siglo.
En los próximos diez años es previsible que empiecen a prestar servicios comerciales algunos aeroplanos eléctricos, como el Eviation israelí con capacidad para transportar nueve pasajeros, pero su impacto en el consumo global de queroseno de la aviación será irrelevante. De aquí al año 2050, la electrificación de la industria aeronáutica no permitirá reducir de un modo significativo el vertido de dióxido de carbono a la atmósfera, aunque sin embargo facilitará el alumbramiento de una forma nueva y revolucionaria de transporte: los taxis urbanos o la aviación autónoma y personal; en inglés: Urban Air Mobility (UAM).
La revolución comenzará en el año 2023 cuando el fabricante norteamericano Joby ponga en servicio el primer sistema de taxis aéreos eléctricos en una ciudad piloto. El pequeño aparato de Joby, S4, despega verticalmente y tiene capacidad para transportar cinco pasajeros, su alcance máximo es de 240 kilómetros y su velocidad de crucero de 320 kilómetros por hora. El fabricante de automóviles Toyota ha comprometido 594 millones de dólares para financiar la certificación y puesta en servicio de las primeras unidades. Uber, que fue el primero en anunciar en 2016 el desarrollo de un servicio de aerotaxis con su plataforma Elevate, también ha manifestado su apoyo al proyecto. Y para reforzar la idea de que el futuro va a pasar por el advenimiento de estos vehículos, el 6 de enero de 2020, el fabricante de automóviles Hyundai desveló su compromiso de invertir mil quinientos millones de dólares, durante cinco años, para desarrollar un aerotaxi eléctrico de despegue vertical (e-VTOL). Muchos analistas están convencidos de que la industria del automóvil seguirá en masa estas iniciativas y que los taxis aéreos eléctricos e-VTOL iniciarán sus operaciones antes de lo que la gente cree.
Ahora mismo hay bastantes proyectos de aviones e-VTOL en el mundo. Airbus cuenta con una unidad especializada en Urban Air Mobility y ha desarrollado prototipos de aeronaves eléctricas; también trabaja en el desarrollo de sistemas de gestión de tráfico aéreo que faciliten la implantación de los servicios de aerotaxi. Los aerotaxis e-VTOL no son algo nuevo en el panorama aeronáutico, pero la irrupción de dos grandes fabricantes de automóviles en el sector, sí marcan un antes y un después.
Durante estos últimos años la industria de la automoción está invirtiendo miles de millones de dólares en el desarrollo de sistemas de conducción automáticos. El vehículo autónomo parece ser el próximo objetivo tecnológico del sector. Un avión e-VTOL completamente autónomo no tiene que resultar más complejo que un automóvil con las mismas prestaciones, y es también el objetivo que se han marcado casi todos los interesados en el desarrollo de estas aeronaves.
Los aparatos de despegue vertical eléctricos y autónomos abrirán las puertas de lo que se conoce como aviación personal. Para manejarlos no será necesaria una licencia de piloto, sino otra similar al permiso de conducir; bastará con introducir el destino y esperar a que el sistema de gestión del espacio aéreo nos asigne una trayectoria para iniciar el vuelo, completamente automático. El alcance de estos aviones estará limitado en un principio, por la capacidad de las baterías, a trayectos de 200 a 400 kilómetros y es posible que falten diez o quince años para que se extienda hasta los 800 kilómetros. Con una velocidad de crucero de más de 300 kilómetros por hora, los e-VTOL de servicio público o privado, serán un modo de transporte seguro, económico y respetuoso con el medio ambiente, capaz de llegar al centro de cualquier población o espacio rural ¿Cómo no van a revolucionar el transporte?