Extraterrestres. Ya no se trata de luces en el cielo sino de mentiras en la Tierra

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Foto W.C Hall, Australia , 1954- OVNI sobre el rebaño de ovejas

Del 23 de abril al 3 de mayo del presente año se celebró en Washington una audiencia pública sobre los contactos establecidos por los extraterrestres con nuestra civilización. El evento estuvo organizado por el Paradigm Research Group. El lema de este grupo es que ya no se trata de luces en el cielo sino de mentiras en la Tierra. Una aseveración perfectamente simétrica. Vale tanto para quienes niegan como para los que afirman hechos sin fundamento real.

El objetivo principal del evento de Washington (Citizen hearings on disclosure), cuyo formato sería parecido al de las audiencias públicas en el Congreso de Estados Unidos y que costó más de 600 000 dólares, fue el de presionar a los políticos para que levanten el velo que oculta los asuntos de Estado relacionados con los extraterrestres. Existe la creencia generalizada entre la mayoría de los participantes en este tipo de encuentros de que los extraterrestres y los líderes de la Tierra establecieron algún pacto. Los dirigentes terrícolas dijeron a los visitantes que el mundo no estaba preparado para recibirlos y que necesitaban tiempo. Con pacto, o sin él, lo cierto es que lo relacionado con los avistamientos de objetos no identificados todos los estados lo clasifican como materia reservada. Según afirmó Bassett, existe una presión creciente sobre el gobierno de Estados Unidos para que haga pública la información que tiene sobre este asunto y lo que se necesita es un evento que genere la “masa crítica” capaz de empujar los políticos y los medios a moverse en esa dirección.

Incluso el propio Paul Hellyer, defensor a ultranza de la existencia de un pacto entre los líderes terrícolas y los alienígenas, reconoce que absolutamente todo no se puede hacer público. Algunas cosas, muy pocas, no se podrán contar. Eso quizá nos haga pensar que, aunque los estados revelen ciertos hechos sobre este asunto y su política informativa se torne más transparente, siempre habrá gente que se queje de falta de información.

Durante la audiencia pública intervinieron representantes de diez países, un ex senador y cinco antiguos congresistas de Estados Unidos, políticos, militares, pilotos, ingenieros, investigadores, sociólogos, abogados y periodistas. La mayoría de los participantes no necesitaba acudir al evento para convencerse de la existencia de una “conspiración”, dirigida por el poder económico, militar y social de nuestro planeta, que oculta la existencia de numerosos visitantes extraterrestres, con los que ha establecido un pacto para mantener sus privilegios. Según esta línea de pensamiento hasta los gobiernos son víctimas de estas fuerzas del mal. Hellyer, en alguna de sus intervenciones anteriores, ya había parafraseado a Bill Clinton diciéndole a la reportera de la Casa Blanca, Sarah McClendon: “Sarah, hay un Gobierno dentro del Gobierno y yo no lo controlo.”

A lo largo de las jornadas se expusieron múltiples avistamientos y se presentaron testimonios del supuesto OVNI que se estrelló cerca de la ciudad de Roswell en 1947. También se insistió en que los extraterrestres pertenecían a varias especies, dos, cuatro, o veinte, ya que se manejaron cifras distintas y lo más probable es que cada especie tuviera su propia agenda. Se dijo que había dos alienígenas trabajando para el gobierno de Estados Unidos, lo cual encajaba muy bien con la hipótesis del pacto secreto, aunque no tanto con la de la variedad de especies y diversidad de agendas. Las intervenciones duraron unas treinta horas y quizá llame la atención la avanzada edad de algunos de los participantes. Los periodistas le preguntaron a uno de ellos por qué había tardado tanto tiempo en hacer público lo que sabía. La respuesta era evidente: quería conservar su puesto de trabajo.

Al tiempo que los defensores de los OVNI hacían sus declaraciones, los detractores insistirían en que se trataba, como siempre, de un ejercicio inútil en busca de publicidad y que los antiguos congresistas no buscaban otra cosa distinta a la de ganar dinero fácilmente (recibirían por asistir al acto 20 000 dólares cada uno). Que los defensores de la teoría de la conspiración eran los verdaderos conspiradores, que todos los discursos no dejaban de ser parte del mismo círculo vicioso y que Hellyer, Bassett y muchos de sus colegas razonaban como suele hacerse a una edad avanzada.

Como casi siempre, este asunto polariza las opiniones y es difícil abordarlo con serenidad. Por eso yo me fijo mucho en las circunstancias que rodean a las personas que han llegado al firme convencimiento de que los extraterrestres están aquí, con nosotros. De todos esos individuos, para mí hay dos en los que concurren elementos muy interesantes. Uno es Paul Hellyer y el otro Gordon Cooper.

Paul Hellyer participó en la audiencia pública de Washington y el comienzo de su intervención me parece muy ilustrativa:

Mi nombre, como dije, es Paul Hellyer. Soy ex ministro de Defensa Nacional de Canadá. He servido en tres gobiernos sumando un total de 23 años como miembro del Parlamento . Como todos los ministros de Defensa Nacional recibí informes sobre Objetos Voladores no Identificados (OVNI). Estaba muy ocupado para preocuparme sobre eso en aquél momento porque estaba tratando de unificar el Ejército la Marina y la Fuerza Aérea en una fuerza única de Defensa canadiense y eso era ya una batalla en sí mismo hasta que se terminó, de forma que aquello no tenía una alta prioridad en mi agenda. Hace unos diez años empecé a interesarme cuando un joven de Ottawa me envió material sobre el asunto. Le dije que estaba muy ocupado para leerlo pero que algún día lo haría. Me envió una copia del libro del Coronel Corso, El día después de Roswell. Me llevó algún tiempo leerlo, pero me lo llevé como lectura veraniega, en el año 2005 y quedé realmente impresionado. Yo pensé que contenía asuntos realmente grandiosos y que la gente de Estados Unidos y la gente de todo el mundo tenía derecho a conocer lo que estaba pasando, porque son parte de ello, no es un asunto aislado. Después de confirmar el contenido del libro con un general retirado del Ejército de Estados Unidos acepté la invitación de Victor Viggiani, quien está por acá en algún lugar, y de su colega Mike Bird de hablar en un simposio en la universidad de Toronto y dije: “Los extraterrestres son tan reales como los aviones que vuelan sobre nuestras cabezas” Me otorgaron la dudosa distinción de ser la primera persona con rango ministerial del G8 (Grupo de los 8 países supuestamente más importantes del mundo), en decir algo así. Desde entonces he aprendido muchísimo de otras fuentes incluyendo un gran número de testigos…

Las declaraciones de Paul Hellyer en la universidad de Toronto se produjeron en septiembre de 2005, causaron un gran revuelo y ocuparon las cabeceras de la prensa. El ingeniero, escritor y político tenía entonces 82 años.

Otro personaje que también defendió hasta su muerte la existencia de extraterrestres fue el astronauta Gordon Cooper. Antes de incorporarse a la NASA, Cooper estuvo destinado como piloto en Alemania y allí, en 1951, dijo que había visto innumerables vehículos extraterrestres volando en la misma formación que nosotros… sus naves no tenían alas y se desplazaban con rapidez lateralmente… Años más tarde, en 1958, cuando trabajaba como responsable de un proyecto en la base de Edward, California, explicó que tenía un equipo de filmación que trabajaba para mí y cuando estaban filmando, un pequeño disco sobrevoló el lugar donde filmaban y descendió y se apoyó en algo parecido a trenes de aterrizaje a unos 13 metros del equipo… el operador de la cámara que estaba acostumbrado a volar y conocía todos los tipos de aeronaves cogió su equipo y empezó a documentar aquello… Cuando sus colegas trataron de acercarse la nave recogió el tren de apoyo y desapareció a una velocidad muy alta…

Gordon Cooper dijo que pudo ver el negativo antes que sus superiores le hicieran entregar el material del que nunca volvió a saber nada.

Poco después de su experiencia en el desierto del Mohave, en 1959, Cooper fue seleccionado para formar parte del primer grupo de siete astronautas de la NASA. Gordon Cooper se suponía que “gozaba de condiciones físicas excepcionales, era intelectualmente superdotado y podía trabajar en equipo y solo, además de ser piloto de reactores con amplia experiencia de vuelo”. Esos eran los requisitos impuestos por la NASA a sus primeros astronautas. Su firme creencia en los extraterrestres fue uno de los argumentos que utilizaría el jefe de astronautas de la agencia para apearlo del mando de la misión Apolo XIII, en 1970. Gordon Cooper contaba entonces con un historial impecable como astronauta, acreditado por sus actuaciones en las difíciles misiones espaciales en las que había participado. Ese año Cooper abandonó la agencia espacial y durante el resto de su vida trabajó como consultor y directivo en diferentes empresas privadas. En varias ocasiones Cooper negó haber visto OVNIs pero en una entrevista, grabada en video, en 1973, se justificaría de la siguiente forma:

Durante muchos años yo he vivido con un secreto, un secretismo impuesto sobre todos los especialistas en astronáutica. Yo puedo revelar ahora que todos los días, en Estados Unidos, nuestros instrumentos de radar capturan objetos cuya forma y composición nos es desconocida. Y hay miles de informes de testigos y cantidad de documentos que prueban esto, pero nadie lo quiere hacer público.
¿Por qué? Porque la autoridad teme que la gente pueda pensar que solo Dios sabe qué clase de invasores tenemos. De forma que la contraseña es: evitar el pánico a toda costa.

Poco después en una carta a la Organización de Naciones Unidas, en 1978, Cooper decía:

…Yo creo que estos vehículos extraterrestres y sus tripulaciones visitan este planeta desde otros planetas, los cuales están obviamente un poco más avanzados que aquí en la Tierra. Siento la necesidad de un programa coordinado a alto nivel para recopilar y analizar toda la información del mundo relativa a estos encuentros y determinar la mejor forma de relacionarnos con estos visitantes de un modo amigable. También, yo tuve la ocasión en 1951 de observar… vuelos suyos, de distintos tamaños, volando en formación, de este a oeste sobre Europa.

Gordon Cooper falleció de Parkinson, en 2004 a los 77 años, y hasta entonces seguiría creyendo en los extraterrestres.

Ya no se trata de luces en el cielo sino de mentiras en la Tierra y acabar con esas mentiras, las de los dos extremos, no parece ser una tarea sencilla.

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