Los asteroides próximos

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Eros, el asteroide- Fotografía, NASA

Es un asteroide, se llama 433 Eros, tiene forma de cacahuete, con 34 kilómetros en la parte más larga y el 31 de enero de 2012 pasó cerca de la Tierra, a unos 26,7 millones de kilómetros. Los astrónomos lo vigilan y es el segundo más grande en la lista de objetos cercanos a la Tierra, identificados por la comunidad científica. El de mayor tamaño es Ganymed con 34 kilómetros de diámetro y que pasará a unos 55,9 millones de kilómetros de la Tierra el 13 de octubre de 2024.

Los asteroides nos visitan periódicamente porque orbitan en el Sistema Solar. Este tráfico celestial de objetos que se aproximan a nuestro planeta, todos los días, supone un riesgo permanente para nuestra civilización.

El 15 de febrero del presente año un asteroide de unos 17-20 metros de diámetro penetró en la atmósfera terrestre y explotó con una fuerza equivalente a 20-30 bombas atómicas como las de Hiroshima. El meteorito estalló a una altura de 15-25 kilómetros. La explosión produjo un gran destello de luz, una potente onda de choque y gran cantidad de pequeños meteoritos que se esparcieron en una amplia zona sobre los Urales. La mayor parte de la energía la absorbió la atmósfera. En la ciudad rusa de Chelyabinsk la onda expansiva hirió a miles de personas al romper gran cantidad de cristales y causar daño en muchas estructuras de los edificios. Este es el último meteorito conocido que ha originado trastornos serios a las personas. El anterior que originó un impacto del mismo orden de magnitud cayó en Siberia, Tunguska, en 1908. Este último tenía un radio de 80 metros, arrasó una amplia zona de árboles y dejó su huella en una extensión de 2150 kilómetros cuadrados.

El mismo día, el 15 de febrero de 2013, otro asteroide, el 2012 DA14, de 30 metros de diámetro pasaba a 27 700 kilómetros de la Tierra, muy cerca, sin que, en principio, tuviera nada que ver con el incidente de Chelyabinsk ya que las órbitas de los dos asteroides eran muy diferentes. El asteroide fue descubierto el 23 de febrero de 2012 por astrónomos españoles, que operaban un telescopio en el Observatorio Astronómico de la Sagra, en Granada, desde Palma de Mallorca. Sin embargo el meteorito que explotó sobre los Urales, cerca de Chelyabinsk, no fue detectado hasta su entrada en la atmósfera.

Hace unos 66 millones de años, en Chicxulub, México, cayó un objeto celeste de un tamaño similar a Eros y produjo un cráter de 180 kilómetros de diámetro. El impacto del asteroide sobre la superficie de la Tierra originó una nube de polvo, cenizas y vapor de agua que pudo cubrir toda la superficie de nuestro planeta durante unos diez años. La nube fue la causa de un enfriamiento importante de la superficie terrestre y gran parte de la flora y muchas especies animales se extinguieron. Es posible que el asteroide fuera el responsable de la desaparición de los dinosaurios.

A finales del siglo XIX los científicos empezaron a comprender la importancia de los meteoritos en el desarrollo de nuestro planeta. Cambios importantes en el clima y la orografía de la Tierra han tenido su origen en colisiones con asteroides próximos. El impacto de un asteroide de varios kilómetros de radio sobre nuestro planeta puede hacer desaparecer la civilización y el mundo tal y como lo conocemos. La NASA tiene un programa desde 1998, el Near Earth Object Observation (NEOO), para identificar objetos próximos que puedan representar un peligro para la Tierra. Los observatorios de todo el mundo que localizan objetos coordinan con la NASA sus hallazgos para incorporarlos a una base de datos común. Hasta la fecha se ha descubierto el 95% de los objetos de más de 1 kilómetro de diámetro, pero tan solo el 10% de los que tienen menos de 300 metros y no llega al 1% de los que miden menos de 100 metros.

Si se tiene en cuenta que el impacto de un asteroide de 50 metros puede destruir una ciudad entera cabe deducir que el programa NEOO y el resultado de los esfuerzos que se han hecho en este sentido, hasta ahora, ofrece un nivel de protección que todavía es bastante limitado. Hoy en día, la detección de un asteroide con un diámetro superior a los mil metros que se aproximara a la Tierra con rumbo de colisión, serviría de poco. La destrucción de nuestra frágil existencia resultaría inevitable. Cuando le preguntaron al administrador de la NASA, Charles Bolden , qué era lo mejor que podíamos hacer en ese caso dijo que “rezar”. Sin embargo, la detección prematura del lugar y el momento exacto en el que vayan a impactar sobre la Tierra asteroides más pequeños, sí podría evitar alguna catástrofe. En cualquier caso, sucesos como el de Chelyabinks, pueden ocurrir cada cien años y colisiones como la de Chicxulub, cada cien millones de años, o sea que la probabilidad de que se produzca un impacto con consecuencias fatales para la Humanidad, a corto plazo, es pequeña.

Se considera que un asteroide es un objeto próximo a la Tierra si en su perihelio la distancia al Sol es inferior a 1,3 unidades astronómicas. La unidad astronómica es la distancia de la Tierra al Sol: unos 150 millones de kilómetros. A fecha de hoy se han detectado 10 014 asteroides próximos a la Tierra. Los distintos centros que trabajan en este asunto, en total, descubren en la actualidad del orden de unos 1000 objetos próximos cada año. Hay 858 objetos próximos conocidos que tienen un diámetro superior al kilómetro. Si de esta lista nos quedamos solamente con los que tienen una órbita que puede acercarlos a la Tierra más de 7,5 millones de kilómetros, la lista se reduciría a 154 objetos. A estos se les denomina “potencialmente peligrosos”.
Con todos estos datos se han elaborado tablas que tratan de cuantificar el riesgo de una colisión de los asteroides potencialmente peligrosos con la Tierra. El asteroide, del que se tiene noticia, con mayor riesgo de colisionar con la Tierra es 1950 DA con una probabilidad de impacto entre 0 y 0,33%, aunque este incidente se produciría en el año 2880. Con un diámetro de 1,1-1,4 kilómetros si 1950 DA penetrara en la atmósfera terrestre, habría llegado el fin de la civilización que entonces pudiera haber en nuestro planeta.

En la última década del siglo pasado se empezaron a estudiar los asteroides próximos a la Tierra y estos estudios se han intensificado a lo largo de este siglo. Al final de 1999 se habían identificado 875 asteroides próximos y en la actualidad hay 10 014 en la misma tabla. De los grandes, más de 1000 metros de diámetro, aún quedan varias docenas por descubrir, pero de los que tienen un diámetro inferior entre 100 y 300 podrían haber decenas de miles de los que no tenemos ninguna información. Conforme se avanza en el conocimiento de nuestro vecindario espacial parece más urgente poner en marcha iniciativas que nos permitan, algún día, defender a la Tierra de una colisión que la Naturaleza no esté dispuesta a evitar.

Se han formulado distintas propuestas para variar la órbita de un asteroide. Quizá tres de ellas son las más viables: explosiones nucleares próximas, impactar la superficie del asteroide con una nave a gran velocidad y utilizar una nave espacial como “tractor gravitatorio”. Hay más propuestas, pero no todas han sido evaluadas con detalle.

Una serie de explosiones nucleares, en la proximidad del planeta, tendría el efecto de empujarlo gracias a la onda térmica de la explosión que calentaría la superficie del planeta y al efecto cohete de la masa de gases que se desprendería producida por los materiales sobrecalentados.

La Agencia Europea del Espacio (ESA) estudia la viabilidad de producir un impacto con una nave espacial a gran velocidad contra el asteroide, que lo saque de su órbita. La agencia tiene encargado un estudio de este concepto a Astrium y de momento parece haber demostrado, teóricamente, que con una nave de 1 tonelada de peso es posible desviar un objeto próximo como 99942 Apophis.

El Instituto Carl Sagan, en Palo Alto, analiza la posibilidad de utilizar una nave espacial situada en las proximidades del asteroide con un motor iónico, para desviar su trayectoria. La nave espacial y el planeta se atraen mutuamente y el motor iónico de la nave “tiraría” del asteroide hasta sacarlo de su órbita.

Hoy por hoy, la NASA considera que la solución más efectiva, con gran diferencia con respecto a las demás, es la de hacer explotar cargas nucleares cerca del asteroide, aunque en algunos casos esta técnica no sería posible.

Estos impactos son poco probables cuando se analiza el fenómeno en un espacio corto de tiempo, pero muy probables cuando se amplía la perspectiva. Las consecuencias pueden ser tan desastrosas que parece lógico trabajar en soluciones a largo plazo capaces de evitar la destrucción de nuestro mundo.

http://www.elsecretodelospajaros.com

Un comentario el “Los asteroides próximos

  1. …una solución posible (2)…para darle impulso…un hueco en su superficie (excavado por astronautas, o por sucesivos impáctos nucleares en el mismo sitio) y dentro una carga nuclear: el material superficial del asteroide, o cometa, volatilizado por la radiación nuclear gamma, etc. (en el Espacio, al no haber aire, no hay onda expansiva) sale eyectado como en la tobera de un cohete (también podemos impulsar un asteroide ligero para hacerlo chocar, usándolo como un misil, contra otro asteroide o cometa mucho más masivo). Los misiles que hay balísticos de guerra no sirven, están diseñados para llegar de continente a continente. Solo vale un cohete que pueda poner en órbita interplanetaria la carga, como los multi-fase que colocan en órbita geoestacionaria los satélites (es necesario tenerlos preparados ya en un Comando Espacial, con las cargas nucleares controladas y guardadas por un Organismo Internacional, solo para ello)…(«El Asteroide del Fin del Mundo»: W.Cox, y H. Chestek).

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