Voló de Les Baraques, en Francia, a Dover, en Gran Bretaña, cruzando el canal de la Mancha, el 25 de julio de 1909. “Inglaterra ya no es una isla”, publicaría la prensa, y el francés se convirtió en un héroe. En los negocios y en el amor, Blériot fue un hombre obstinado.
Su madre, separada de su padre, vivía sola en París y Louis se había trasladado a su casa. La mayor parte de los días Blériot comía en un restaurante próximo a su despacho, Le Boeuf à la Mode. El temperamento obstinado y pertinaz de Louis Blériot se pondría de manifiesto un día cuando regresó a su casa y le dijo a su madre que mientras almorzaba había visto a la mujer con la que quería casarse y que, de no casarse con ella, no lo haría con ninguna otra . Después de semejante declaración, Louis utilizó un camarero para obtener información de la mujer de sus sueños, a la que había visto una sola vez en su vida, comiendo en una mesa próxima en el Boeuf à la Mode. El camarero se las arreglaría para suministrarle alguna información. La joven, de diecisiete años, se llamaba Alice y estaba de vacaciones en París, con su familia que vivía en un pueblo cerca de los Pirineos, llamado Bagnères-de-Bigorre. El señor Védère, el padre de la jovencita, era un militar retirado y de costumbres extraordinariamente formales. Los primeros intentos del impetuoso Blériot por establecer contacto con la familia se estrellarían ante la imperturbable actitud del viejo militar. Por fin, Louis Blériot conseguiría hablar con él un día que almorzaba en solitario en el Boeuf à la Mode. Blériot utilizaría todos sus trucos, invitaría a los visitantes a casa de su madre, los pasearía con su coche para que conocieran Versailles y apelaría a la camaradería militar, de quién deseaba como suegro, esgrimiendo su condición de oficial de la milicia universitaria. Blériot trataría de ganarse la simpatía de la madre, cosa que no le resultó excesivamente complicado, cuando la señora comprendió que el joven ingeniero y empresario no era un mal partido para la niña. La última en enterarse de las intenciones de Louis Blériot sería la propia Alice. Cuando los Védère abandonaron París, Louis prometió visitarlos pronto en Bagnères-de -Bigorre. Llegó dos días antes que ellos a su pueblo en los Pirineos y cuatro días después pidió formalmente la mano de Alice a sus padres. La madre de la jovencita pensó que la decisión tenía que ser de su hija y Alice solicitó cuarenta y ocho horas para dar una respuesta, que sería afirmativa. Los Védère informaron a Louis Blériot que la boda se celebraría cuando Alice cumpliese 22 años, por lo que habría que esperar cinco. Cuatro meses después, el 21 de febrero de 1901, Louis Blériot se casaba con Alice, en Bagnères-de-Bigorre, y antes de que su mujer cumpliera los 22 años ya habían tenido cinco hijos.
(De El secreto de los pájaros)
Todo un personaje
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