Un oficial del ejército ruso, un ingeniero francés, un impetuoso norteamericano afincado en Londres y un astrónomo estadounidense, abordaron proyectos muy costosos a finales del siglo XIX, para desarrollar la máquina de volar más pesada que el aire. Ninguno de ellos logró hacer otra cosa distinta a la de gastar una cantidad significativa de dinero. Dos fabricantes de bicicletas, de aspecto victoriano, en una remota ciudad de Ohio invirtieron una suma mucho más modesta y consiguieron volar.
Dic
27
2012