Christina Koch, camino de la Luna

Photo Date: 11-7-2018 Location: Bldg 8 Photo Studio Subject: Astronaut Christina Koch Official EMU Portrait Photographer: Bill Stafford

Agradezco a la NASA que me haya sacado de dudas a pesar de que se frustraran mis expectativas. Desde enero de 2020 yo creía que la primera mujer que viajará a la Luna sería la astronauta Anne McClain. Esta señora astronauta estadounidense se graduó en West Point, es piloto militar y como la pericia de Neil Armstrong en el manejo del Águila, la nave con la que él y Aldrin alunizaron por primera vez en el satélite natural de la Tierra, salvó la vida de los dos astronautas, yo pensé que la primera mujer en ir a la Luna tendría que ser también una experimentada piloto. Me equivoqué. En vez de McClain, la NASA ha decidido que la mujer destinada a convertirse en una de las más famosas de la historia de la humanidad es Christina Koch, una señora de 44 años, cuyo rostro me recuerda a Meryl Streep, y que se incorporará a la pequeña colección de inmortales superando con creces la fama de otro Koch, Robert, premio Nobel de Fisiología y Medicina (1905) por sus investigaciones y descubrimientos relacionados con la tuberculosis. Al menos esos son los planes de la agencia espacial norteamericana: enviar a la Luna a Christina, según anunció ayer. Con ella viajarán Reid Wiseman, Victor Glover y el canadiense Jeremy Hansen.

Aún más, yo andaba muy desencaminado al suponer que la NASA optaría por una mujer de la Fuerza Aérea, valerosa e intrépida piloto, porque el perfil de Christina, quizá a juego con su nombre, es el de una científica que ha pasado un año en la base antártica Admunsen-Scott, ha trabajado en el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins y también para la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) en Groenlandia, Samoa y Alaska, tiene un doctorado y ha ejercido la docencia. En 2013 fue seleccionada como astronauta en la NASA y desde entonces ha participado en numerosas misiones de carácter científico y posee el récord femenino de permanencia en el espacio, con 328 días.

A la señora Koch le acompaña un piloto de pruebas de la Fuerza Aérea, militar, con gran experiencia de vuelo, Victor Jerome Glover, y además así se va cumpliendo el requisito de esta expedición, según reza en el frontispicio de la página de la NASA que anuncia el programa Artemis: “Con la misión Artemis, la NASA aterrizará la primera mujer y la primera persona de color en la Luna”. El señor Glover, es de color. En esta misión prevista para el año 2024, Artemis II, no se efectuará ningún alunizaje, la nave espacial le dará una vueltecita a la Luna antes de regresar a la Tierra. Así que, con un poco de suerte, será Anne McClain la primera mujer que ponga el pie en nuestro satélite natural, u otra persona ¿quién puede anticiparse a la NASA?, aunque Christina esperamos que pasará a la historia como la que hizo el primer viaje lunar, que no es poco. Tampoco es poca cosa organizar un programa como Artemis, que cuesta decenas de miles de millones de dólares, con el objetivo principal de que una mujer y un hombre de color viajen a allí, creo que es un esfuerzo excesivo por aparentar ser «políticamente correcto».

En este primer y gran anuncio se añade que la NASA colaborará con socios internacionales para establecer una presencia duradera en la Luna, para dar el siguiente paso de gigante: enviar los primeros astronautas a Marte. La tripulación es internacional porque lleva un canadiense, el señor Hansen y para abundar en lo cosmopolita el módulo de servicio es europeo. Veremos hasta qué punto las colaboraciones son capaces de progresar en un mundo que desgraciadamente se polariza, en el que volvemos a percibir el afán de dominio y protagonismo de algunos países. Lo más reconfortante es que la NASA sueñe con Marte, como Elon Musk, aunque por razones distintas.

Pensándolo bien, me alegra haberme equivocado, una científica con alma de aventurera es una buena elección, para empezar.