¿Han encontrado el avión de Amelia Earhart?

Amelia Earhart y Fred Noonan despegaron de Lae, en Nueva Guinea, el 2 de julio de 1937 con rumbo a la isla Howland en el Pacífico. Su plan de vuelo contemplaba que partiendo de Lae a las diez de la mañana, tras dieciocho horas de vuelo, arribarían a su destino a las seis de la madrugada del mismo día, 2 de julio, cuatro horas antes de la salida. Es lo que les ocurre a los navegantes que cruzan la línea de cambio de fecha internacional viniendo del oeste, hacia el este: tienen que mover el calendario hacia atrás. Sin embargo, Amelia y Fred jamás llegaron a Howland, desaparecieron para siempre aquel día en el Pacífico.

Earhart llegó a ser una aviadora de fama universal y su pérdida conmocionó al mundo. Se han inventado decenas de historias sobre lo que ocurrió después de que su avión despegara de Nueva Guinea y no volviera a saberse nunca más del aparato y sus tripulantes: desde la caída de la aeronave al mar y el fallecimiento de sus ocupantes, hasta el secuestro de los náufragos por un buque japonés o la abducción por extraterrestres. Se especuló con la idea de que la aviadora fuese una espía japonesa que regresó con otra identidad a Estados Unidos años después o que subsistió en algún islote del Pacífico durante algún tiempo. Pero, lo más probable es que el avión se precipitara al océano después de agotar el combustible.

Liz Smith —experta en comunicaciones científicas y realización de documentales cinematográficos, graduada en Astronomía por el Withman College, antigua empleada de la NASA y en posesión de una licencia de vuelo— formuló en 2010 la hipótesis, basada en la línea del cambio de fecha internacional (International Date Line), que justificaría la desaparición de la famosa aviadora. Según esta hipótesis, Fred, el navegante que la acompañaba, se olvidaría de efectuar el cambio en su calendario cuando cruzaron la línea que está en el antimeridiano de Greenwich y marca la separación de fechas. Si así fue, al utilizar los datos del almanaque con un día de diferencia, situaría la posición de su aeronave sobre la carta con un error de la longitud de 60 millas. De las comunicaciones vía radio que hicieron los tripulantes existe alguna incoherencia que apoyaría esta hipótesis. A las 17:45 GMT, Earhart informó que estimaban encontrarse a unas 200 millas de la isla de Howland. Treinta minutos después comunicó que se hallaban a unas 100 millas de su destino. En ese intervalo de tiempo cruzarían la línea de cambio de fecha y es posible que las dos estimadas se correspondiesen con observaciones astronómicas del navegante, antes y después de hacerlo. En media hora la aeronave no pudo recorrer cien millas, lo que podría indicar que en la segunda observación hubo un error de unas sesenta millas porque a Fred se le olvidó actualizar el calendario de a bordo al cruzar la línea de cambio de fecha. También, en una de las últimas comunicaciones de Amelia con el buque de la Marina de Estados Unidos que la esperaba en las proximidades de la isla, la aviadora dijo: «Debemos de estar sobre ustedes, pero no los vemos. Nos estamos quedando sin combustible. No los oímos por la radio. Volamos a 1000 pies de altura». Es evidente que no estaba encima del barco, por lo que los navegantes no habían estimado su posición correctamente.

Hasta hace unos días, las numerosas expediciones que se han llevado a cabo para encontrar los restos del avión de Earhart han fracasado. Y es posible que la última, cuyos resultados preliminares se hicieron públicos a finales del pasado mes de enero, rompa con la tradición de las anteriores.

Tony Romeo, primer ejecutivo de Deep Sea Vision (DSV), y su hermano Lloyd, dieron crédito a la hipótesis de Liz Smith, y la utilizaron para determinar un área del Pacífico en la que probablemente amerizó Earthart con su avión Electra 10 cuando se le agotó el combustible. Compraron un sofisticado submarino autónomo por 9 millones de dólares, capaz de tomar imágenes de sonar del fondo del océano durante 36 horas antes de tener que subirlo a bordo para cambiarle las baterías. Organizaron una expedición con un presupuesto de unos 2 millones de dólares y el pasado mes de agosto se hicieron a la mar rumbo a la isla de Howland. Rastrearon 5200 millas cuadradas. Después de cada inmersión analizaban los resultados y en una de aquellas sesiones encontraron que los discos, aparentemente, se habían estropeado, los apartaron y prosiguieron con las inmersiones del robot. El último día de la misión decidieron borrar y formatear los discos que parecían averiados, pero el jefe de operaciones consiguió recuperar la información que contenían. Y allí, según creen los expedicionarios, aparecieron las imágenes del Electra 10 de Amelia Earhart.

Tony y Lloyd están convencidos de que las imágenes del sonar muestran un objeto en el fondo del océano cuya geometría coincide con la forma del avión de Earhart, sobre todo por la cola tan peculiar del aparato, con dos timones verticales. Para demostrarlo, necesitan obtener imágenes con una cámara con la que incluso podrían ver la matrícula del avión: NR16020. Los hermanos Romeo, con su empresa DSV están en ello y planean volver al mismo lugar para conseguir las imágenes que confirmen definitivamente si el objeto que detectó el sonar es lo que queda del avión de Amelia Earhart. De momento, guardan en secreto el lugar exacto en el que se encuentra su hallazgo, aunque saben que pronto se sabrá y están decididos a continuar con la búsqueda si allí no estuviese la aeronave de la famosa aviadora. En unas declaraciones recientes a la prensa Tony dijo que «quizá esto sea la cosa más excitante que nunca haré en mi vida, me siento como un niño de diez años yendo a cazar un tesoro».

El misterio de la desaparición de Amelia Earhart | elsecretodelospajaros