El libro del vuelo de las aves se encuentra disponible impreso y en edición electrónica, para localizarlo haga click en el siguiente enlace: libros de Francisco Escartí
En 2011 un equipo del Instituto Ornitológico Suizo, en colaboración con la Universidad de Berna, adhirió pequeños dispositivos electrónicos, capaces de grabar periódicamente la cantidad de luz y la aceleración, al cuerpo de seis vencejos alpinos.
Estos pájaros, después de la época estival de apareamiento y cría en Europa, hacen un largo viaje de miles de kilómetros, ya que emigran todos los años a África para pasar el invierno. Los científicos querían averiguar el consumo de energía de estos animales y determinar el tiempo que permanecían en vuelo.
Al año siguiente los estudiosos pudieron recuperar tres vencejos que habían regresado en verano a Europa. Se quedaron sorprendidos al comprobar que durante más de 200 días consecutivos los pájaros no habían dejado de volar. En ese tiempo habían recorrido unos 10◦000 kilómetros. Es el trayecto más largo que jamás se ha conseguido grabar con un dispositivo en un ave. El aparato registraba datos cada cuatro minutos y cabe la posibilidad de que se hubieran detenido en algunas ocasiones entre dos muestreos consecutivos, aunque es bastante improbable. Parece ser que el vencejo alpino (o vencejo real) puede permanecer en el aire durante 6 meses sin tocar el suelo en ningún momento.
Son animales pequeños de unos 20 centímetros de longitud y una envergadura de alrededor de 50 centímetros que pesan del orden de 100 gamos y se nutren de lo que se suele denominar como “plancton aéreo”: insectos pequeños, esporas, semillas y bacterias. El agua que contiene esta sustancia es suficiente para cubrir sus necesidades. Por lo tanto, cazan mientras vuelan; incluso beben en el aire. Según Felix Liechti, del Instituto suizo estos pájaros “pasan más tiempo durante la noche en tierra, conforme más al norte se encuentran”. Y en África, durante el invierno, siempre están volando; suelen hacerlo a gran altura y desde tierra no se les ve.
A España llegan de marzo a abril y se marchan de septiembre a octubre. En verano, buscan zonas montañosas con acantilados para pernoctar enganchados a las rocas con sus patas cortas. Construyen los nidos en lugares de difícil acceso, año tras año, casi siempre en el mismo sitio. Pero, hay otros que lo hacen en los pueblos, debajo de un tejado o de un puente, o en la grieta de una vivienda. Los fabrican con paja, barro y plumas.
Los dos adultos colaboran en el proceso de incubación que dura unos 20 días. Los polluelos permanecen en el nido un par de meses. En sus excursiones para alimentar a las crías los vencejos adultos se alejan mucho de los nidos y traen los insectos que cazan apretados en pequeñas bolas que amalgaman con su saliva gomosa. Las crías pueden hacer que la temperatura de su cuerpo baje y aletargarse si, debido al mal tiempo, sus padres no pueden salir a cazar insectos para ellos.
La capacidad de estos animales para volar de forma ininterrumpida durante 200 días y descansar en el aire sigue siendo un misterio sin resolver.