Girolamo Cardano, filósofo, matemático, médico renacentista y contemporáneo de Leonardo, afirmó que el florentino trató de volar pero que fracasó en todos sus intentos.
Muchos de los diseños aeronáuticos de Leonardo datan de su primera época milanesa, de 1482 a 1499, cuando trabajaba al servicio de Ludovico Sforza. Del duque recibió importantes encargos: el retrato de su amante Cecilia Gallerani, la construcción del pabellón de su esposa en los jardines del Castillo y una figura ecuestre en memoria de su padre: Francisco Sforza. Para fabricar la estatua- cuyas proporciones eran dantescas- hizo un molde de barro que causó la admiración del público. Sin embargo, la fundición de la gran estatua se convirtió en una tarea que no estaba al alcance de los medios disponibles en aquella época. Al final, el bronce de la estatua serviría para saldar las deudas que tenía Ludovico con su suegro, el duque de Ferrara – quién lo empleó en fundir cañones con qué hacer frente a la invasión francesa.
Para hacer la estatua que nunca pudo terminar, Leonardo se instaló en el Palacio Vecchio, ubicado en la plaza del Duomo de Milán, que tenía una sala de baile de noventa metros de largo por quince de ancho. En el piso superior, con casi toda seguridad, Da Vinci construyó alguna de sus máquinas de volar y lo más probable es que intentara probar si funcionaba correctamente. Nadie ha podido demostrar que dichos experimentos se llevaran a cabo, pero es difícil creer lo contrario si tenemos en cuenta el temperamento y la curiosidad del gran ingeniero que fue Leonardo. Un hombre con su atrevimiento, capaz de enarbolar un bisturí y diseccionar el cuerpo de una persona que acababa de morir- para ver si encontraba en sus vísceras el motivo por el que aquél hombre había tenido una vida feliz o desgraciada- no pudo arredrarse ante la idea de romperse la cabeza con alguno de sus inventos.
Feb
27
2013