Samuel Langley

1660

El astrónomo Samuel Langley, secretario general del Smithsonian Institute había asistido al congreso de la American Association for the Advance of Science del año 1886, en Buffalo. Allí decidiría que su destino no era otro sino el de inventar la máquina de volar más pesada que el aire. Entonces, Langley era el director del Allegheny Observatory en Pittsburg. En el congreso, un tal Lancaster había disertado sobre el vuelo de los pájaros planeadores y aunque su intervención no tuvo mucho éxito, Langley pensó que la oportunidad de convertirse en el gran inventor del siglo alumbrando la máquina de volar no debía perderla. Convenció al consejo del observatorio para que le autorizara a realizar experimentos aerodinámicos y de 1887 a 1890, Langley y su equipo llevaron a cabo una serie de ensayos con un gran brazo giratorio. El astrónomo fue nombrado secretario general del Smithsonian, con sede en Washington DC, pero también mantuvo su puesto en Pittsburg. Una vez finalizados sus experimentos aerodinámicos, de 1891 a 1896, Langley construyó en el Smithsonian una serie de modelos de aeroplanos a escala reducida. En 1896, Langley hizo volar su Aerodrome 5, en presencia del inventor del teléfono Graham Bell. A partir de este momento, Samuel Langley se empeñaría en conseguir financiación para su gran proyecto: la construcción de una máquina de volar capaz de transportar un hombre. La guerra contra España, a raíz del hundimiento del Maine en la Habana, suscitaría un repentino interés por parte del gobierno de Estados Unidos para equiparse con nuevas armas y a finales de 1898, el Gobierno asignaría a Langley una dotación presupuestaria de 50000 dólares para que construyera la máquina de volar. El secretario general del Smithsonian, arropado por la élite cultural, militar y política de la capital de Estados Unidos, había sido nominado oficialmente para inventar aquél artilugio. De principios de 1899 a finales de 1903, el equipo de Langley trabajaría, primero en el desarrollo de un motor, y luego en la configuración de un aeroplano, el Gran Aerodrome, llamado resolver el problema del vuelo. Además de los 50 000 dólares asignados por el Gobierno, Langley contaba con otros fondos adicionales del Smithsonian. El dinero, las ilusiones y la salud del secretario general sufrirían un importante revés cuando el Gran Aerodrome y su piloto, Manly, se precipitaron en las frías aguas del Potomac días antes de que los Wright volaran en Kitty Hawk.

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